Triste récord: se duplicó en un año la presión impositiva para fabricar autos

Horacio Alonso

Por Horacio Alonso 

Desde las automotrices radicadas en el país vienen reclamando desde hace un largo tiempo por la pérdida de la competitividad del sector.

La alta presión impositiva hace que los autos que se fabrican en el país sean, cada vez, más difíciles de exportar.

Eso se confirma en los últimos datos difundidos por la asociación que agrupa a las terminales locales (ADEFA).

Según las estadísticas de abril, las ventas de 0km argentinos al exterior cayeron 33,6% en los últimos 12 meses y acumula una baja de 18,4% en la comparación interanual del primer cuatrimestre.

Si bien el gobierno actual dispuso una serie de medidas para alentar las exportaciones (se eximen del derecho de exportación a las ventas excedentes respecto a las realizadas en 2020), todavía no se siente el impacto en la actividad de este rubro.

A esto se suma el encarecimiento de los costos en dólares de producción por la devaluación de diciembre.

En ADEFA elaboraron un estudio que muestra cómo creció la presión tributaria para la producción desde marzo del 2023 hasta hoy. El dato es contundente: se duplicó en ese período.

En aquel momento, la carga fiscal era de 12,5% compuesta por impuestos como Ingresos Brutos, Débitos y Créditos y tasas municipales, más retenciones.

Pasó ese mes a ubicarse entre 15,5% y 18,5%, según los modelos, tras una resolución de la AFIP que modificó las percepciones de Ganancias e IVA adicional para las importaciones de insumos.

En julio subió a entre 15,5% y 20,5% por la aplicación del Impuesto PAÍS para importaciones de proveedores.

En diciembre, se aumentó el Impuesto PAÍS sobre el dólar para importar al 17,5% y llevó a la presión fiscal a  23,5%.

Como no se había actualizado el beneficio de eliminar las retenciones a las exportaciones incrementales – parte se corrigió recientemente – llegó a 24,7%.

Mientras otros países de la región que fabrican autos tienen un esquema fiscal que alienta las exportaciones. En Brasil, la carga fiscal a la producción es de alrededor de la mitad que en la Argentina y en México, directamente, no hay impuestos sobre la producción y el peso tributario cae sólo en la comercialización. Por eso, ese país es el más barato para producir vehículos en América latina.

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