En la Argentina hay una importante oferta de pickups. Entre las que se producen en el país y las importadas, el consumidor local tiene bastante para elegir. Tal vez sea el segmento más competitivo. Incluso, en el sector, muchos comienzan a preguntarse si el mercado no está saturado. Este es un tema que ARodarPost planteó hace unos días (Ver nota). La participación de las “chatas”, en el volumen total de ventas, es de más de 20%. Algo inusual en otros mercados. En Brasil, ronda el 6%. Esto demuestra interés por parte del público. También, que la posibilidad de comprar otro tipo de vehículos estuvo restringida durante mucho tiempo por el cepo importador y presionó sobre su demanda. Hay que ver qué pasa, ahora, con la mejorara de oferta de SUV importados. Por lo que sea, se venden y muy bien. Por eso, siempre es interesante ver lo que ofrecen las marcas para atraer compradores con gustos tan distintos. Veamos de qué se trata esta propuesta de Óvalo.
1 – Hace unos meses, Ford lanzó la Ranger Black. Un modelo que se produce en el país y apunta a quienes buscan una pickup con mucha personalidad, buenas prestaciones, simple, sin necesidad de equipamiento en exceso, ni motores superpotentes y a un precio más accesible. Un vehículo, como se suele decir, “racional”. Está basada sobre la versión XLS – la que está arriba de la entrada de gama XL – con detalles de diseño que la diferencian. Puede servir para el trabajo, pero también cuenta con condiciones de satisfacer las necesidades de una familia que guste de viajar cómoda y segura.
2 – Es Black, pero no tan Black, diría un reconocido conductor de TV. En realidad, su nombre se origina por tener una versión completamente negra (tècnicamente, negro perlado), pero tiene también una variante plata metalizado, donde la referencia cromática pasa por detalles en tono negro o gris oscuros en llantas (de 18 pulgadas), barra de San Antonio, retrovisores, estribos, paragolpes y tapizados. Esa fue la unidad manejada y creo que esa combinación le sienta muy bien. Y no debo ser el único. Al menos, la reacción de la gente que se acercaba a verla, en los lugares donde la estacionaba, así lo demostraba. Tiene luces delanteras LED y llantas Limited. Un detalle que le juega en contra y debe tener que ver con una cuestión de costos, es que la caja no tiene ningún revestimiento que proteja la pintura. Tuve que cargar unas maderas, unas sillas metálicas y un par de objetos pesados y sufría por el daño que podía hacer al piso de la caja. Por suerte, salió ileso.
3 – En el interior predominada el negro, obviamente, Desde el techo hasta los tapizados en un mix entre tela y cuero ecológico. Las butacas llevan escrita la palabra Black en relieve. El volante multifunción, tapizado también en cuero negro, le otorga elegancia. Todo el tablero y la consola central es imponente como todas las Rangers, con la inmensa pantalla LCD vertical de 10’’ que predomina la zona de comandos. Ahí se visualiza toda la información de conectividad, a través de Apple CarPlay o Android Auto, climatización, audio y, como el resto de las versiones, hasta una aplicación que permite dibujar. A mi hija, cuando probé otras Ranger apenas salió, se entretenía con este “chiche”. Ahora, sólo le interesa conectar Spotify. Tiene varios lugares portaobjetos, entradas USB de dos tipos y lugar para cargador inalámbrico. La posición de manejo ideal se logra con facilidad, por las regulaciones de la columna de dirección y asiento de conductor. Al lado de la palanca de cambios, con un comando en forma de rueda, está el selector del tipo de tracción: 2H, 4H y 4L. Las plazas traseras son cómodas y tiene buen espacio para personas con piernas largas. Tienen la posibilidad de abrir un apoyabrazos central con posavasos. También, desde ese lugar, se puede acceder al compartimiento donde se encuentran los elementos para cambiar las ruedas. El habitáculo genera sensación de confort, apoyado por buenos materiales, que hacen olvidar que se está sobre una pickup para la batalla.
4 – En esta amplia gama de oferta, la Black está dirigida para un consumidor bien preciso, que no se deja llevar por tendencia innecesarias. El motor es un 2.0 trubodiesel de 170 cv y 405 de torque. Lejos está de ser de los más poderosos, pero no todos quieren pagar por uno caballos de sobra. La caja es manual de seis marchas. Hay muchos usuarios que no se desviven por una transmisión automática de última generación. Prefieren ser dueños de hacer los cambios cuando les suena que el motor los necesita. A su gusto. Y cuenta con doble tracción para salir de la ruta sin preocupación por el camino que se viene, con bloqueo de diferencial y desconexión del control de tracción. Está preparada para todo.
5 – La gente de Ford Argentina me prestó esta Ranger para ir a la presentación oficial del SUV Everest en Pinamar. De esta manera, tuve oportunidad de manejarla en todos los terrenos. La ciudad, autopistas, ruta y la arena. Se trata de una pickup y siempre se va a sentir que lo urbano no es su hábitat. Por dimensiones, no es lo mejor andar en este tipo de vehículos, rodeados de autos y maniobrando en espacios reducidos. Para estacionar en la calle va a ser más difícil encontrar espacio y en los garajes públicos tampoco es fácil. No todos aceptan “chatas” y los que lo hacen cobran un adicional. Por suerte, por la ciudad estuve de paso y sólo importó su manejo. No, dónde la estacionaba. En ese ámbito, ofrece un confort de marcha muy placentero y cómodo. Después de probar una seguidilla de autos con caja automática, me llevó unas cuantas pasadas acostumbrarme a la manual. Más de una vez por olvido de que la mano derecha y el pie izquierdo tenían que hacer su parte y no viajaban como invitados. Tiene una primera muy cortita que hay que tomarle el pulso para no corcovear. Fue cuestión de tiempo. La suspensión bien mullida hace que te olvides de lo que pase abajo. Si hay algún pozo o cuneta, adentro no se va a sentir. Va a parecer que estás flotando en campos de algodón. Lo malo de sus dimensiones para moverse en la ciudad, tiene su lado bueno que es que vas sentado por arriba de la mayoría de los demás vehículos, con muy buena visibilidad y en un producto imponente, con 5,37 metros de largo y 2,20 metros de ancho. Que se preocupe el resto. La dirección es bien liviana y hace que doblar de un lado para el otro no genere esfuerzo. Como no tenía Telepase, no pude ir por la Autopista Illia, por lo que no hubo más remedio que atravesar parte de la ciudad por avenidas y calles. Incluso, a sugerencia del colega que oficiaba de copiloto – que también iba al evento – fuimos por Leandro N. Alem y no por la más amplia avenida Eduardo Madero para empalmar con la autopista a La Plata. Era un lunes a la mañana y, más allá de tratarse de enero, había bastantes autos y colectivos. Eso permitió comprobar su agilidad.
6 – Una vez en la autopista, y lanzada en velocidad, se siente que se encuentra en un ámbito más acorde a sus posibilidades. Ya antes, en un tramo previo por la Panamericana, al entrar a la Capital Federal desde la zona norte, a 130 km/hora, se destacó su buen andar y su potencia, aunque no sea la más poderosa. Ya en la ruta 2, en los tramos que se podía viajar a 120 km/m (fueron pocos porque había más tránsito de lo esperado y abundaban los radares y los controles policiales), se sintió muy cómoda y estable, pese a la suspensión blanda. Un poco saltarina, sí, pero nada grave. La insonorización es muy buena y en el habitáculo no hay ruidos molestos. Se podía hablar con naturalidad con el copiloto. Había un tercer pasajero en el asiento trasero – otro colega – que optó, en gran parte del viaje, por recuperar sueño. Lo que demostró que el andar de la pickup permite relajarse. Acá es necesario retomar el tema de la caja. Sin duda, una transmisión automática hace más liviano el trabajo del conductor en la ciudad. No creo que en eso haya discusión. Tanto sea una “chata” como un citycar. En cambio, en ruta, soy de los que prefieren las cajas manuales. Permiten hacer rebajes, tomar curvas sin necesidad de estar usando el freno (ni hablar en caminos de montaña – que no era el caso – con subidas y bajadas constantes que gastan el pedal del freno) y hacer maniobras de sobrepaso sin sentir que (en algunos casos) la caja anda forzando revoluciones de forma innecesaria. No me molesta jugar con la palanca y tampoco, en una ruta, hay estar subiendo y bajando las marchas todo el tiempo. Son gustos. Es cierto que están las automáticas con modo manual y levas al volante, pero no me resultan cómodas. Al día siguiente, desde Carilò, nos dirigirmos al stand de Ford en La Frontera y para evitar el tránsito céntrico de Pinamar, a la seis de la tarde, optamos por una camino alternativo que indicaba Waze, yendo por la ruta 11 y saliendo a la derecha. Después de largo rato de andar por huellas de arena firme, entre bosques vírgenes, nos encontramos al pie de un inesperado médano empinado de más de 10 metros, que separaba el camino de la playa. Al parecer, nos habíamos pasado bastante del stand. Como que íbamos a entrar por el lado de atrás. No habíamos previsto el manejo off-road extremo – la idea era transitar caminos normales – por lo que los neumáticos estaban con la presión lógica para andar urbano. Teníamos tres alternativas. Retomar la huella hasta la 11 y buscar un camino más civilizado (algo que fue descartado de plano porque el “paseo” ya nos estaba haciendo llegar tarde), desinflar los neumáticos (algo que nos daba pereza) o mandarnos como estábamos a encarar la montaña de arena. Optamos por la tercera vía. «Dale que pasa». Puse la tracción en 4H y nos lanzamos. El primer intento fue un fracaso. Entre la poco distancia que había para tomar impulso, los neumáticos duros, subestimar la escalada como buenos periodistas porteños y algún titubeo con los cambios, hizo que quedáramos clavados en la mitad de la cuesta. Como soy partidario de la caja automática para manejo urbano y manual para rutas, en el off-road prefiero la automática, cuando no sos un corredor del Dakar. Acelerás y listo. Hay que concentrarse sólo en llevar el vehículo. Ante ese fracaso, medimos mejor el desafío. Nos dejamos deslizar hacia atrás y buscamos más distancia. La selectora se puso en 4L. Ahí la cosa fue distinta. Aceleramos en primera, el motor rugía, la pickup empezó a subir, en medio de una nuve de arena, fue dejando metros atrás y después de unos segundos vimos las olas del mar y sucundum, sucundum. La playa se desplegaba frente a nosotros. Nos habíamos pasado bastante del stand, así que recorrimos un buen tramo de arena floja sin problemas. A la mañana siguiente, con el plan oficial de meternos en médanos, hubo que quitarle aire a los neumáticos y ahí se vió la obvia diferencia. El 2.0, la tracción 4×4 y el aire correcto en la gomas, demostraron que la Black es un tractoricito. Si se hacen las cosas como hay que hacer y no se “cancherea”, hay potencia y prestaciones suficientes en esta Black para divertirse mucho y seguro.
7 – El otro punto a tener en cuenta con un motor 2.0 y turbodiesel pasa por el consumo. A 120 km/h gasta poco más de 9 litros cada 100 km. En promedio, con parte urbana, anduvo por los 10 litros, lo que brinda una autonomía de más de 800 kilómetros (tanque de 80 litros). Pero esto es relativo ya que depende de la forma de manejo. Es sólo orientativo. Cuenta con distintos modos de conducción como Normal o ECO.
8 –En materia de seguridad, la Black cuenta con siete airbags, ESP, sistema Isofix, asistente de arranque en pendiente, control de descenso, control antivuelco, control de balanceo de trailer, entre otros.
9 – En confort, cuenta con sensores de estacionamiento y cámara de retroceso, muy útiles para estacionar una pickup, todo el sistema de conectividad mencionado y el equipamiento conocido de la XLS. Un detalle: la rueda de auxilio es del mismo tamaño que el resto y está ubicada en una jaula externa. Es un sistema complicado para sacar para el común de la gente, cuando hay una pinchadura, pero queda expuesta para los “amigos de lo ajeno”, que tienen una habilidad especial para apropiarse de la rueda en poco tiempo. No es recomendable dejar la pickup estacionada en la calle.
10 – El precio de febrero de la Ranger Black es de $52.535.800 y la garantía es de 5 años o 150.000 kilómetros.