Presión impositiva: el precio del nuevo Renault Kwid en Argentina, entre los más caros de la región

Horacio Alonso

El lanzamiento del nuevo Renault Kwid generó debate. La vuelta de un auto chico a un mercado en los que los city cars no abundan fue recibida con beneplácito por parte de un sector de los consumidores y con cuestionamientos sobre su precio, por otro.


Este planteo se repite cada vez que se lanza un vehículo y se exacerba cuando se trata de un modelo que apunta al segmento de los más económicos.


Como explicó el presidente de Renault Argentina, Pablo Sibilla, analizar el valor de un auto de forma aislada no es lo más aconsejable. Es bueno tener en cuenta el contexto. El ejecutivo aludió a que el precio de cualquier bien o servicios hoy es alto en el país medido en dólares (Ver nota)

Los autos no son la excepción. Ni el Kwid, ni ninguno.


Siempre se tiene la idea de que se trata de un aprovechamiento de los empresarios, sean estos fabricantes, importadores o concesionarios.


En la Argentina hay unas ocho terminales que venden autos, más de 20 marcas de importados y centenares de agencias.


Pensar que todos se ponen de acuerdo para cobrar precios tan elevados, sin una razón que los lleve a eso, parece una elucubración un tanto exagerada.


Que hay interés de obtener la mayor rentabilidad es obvio. Es cierto, hay momentos en los que aprovechan la situación y obtienen ganancias abultadas, pero funciona la lee de oferta y demanda. Pasa en todos los rubros.


Por ejemplo, hasta hace poco había sobreprecios por arriba de los valores de lista y la gente se quejaba. No hay malestar del consumidor cuando, por exceso de oferta de vehículos, se venden por debajo del precio sugerido por el fabricante. Acepta la rebaja y se va contento a su casa.


Los fabricantes y vendedores de autos son comerciantes e intentarán ganar lo máximo. Pero hay competencia y cualquiera puede hacer una oferta mejor.


El problema es que hay un piso que no se puede romper y tiene que ver, entre otras cosas, con la presión impositiva.


Que el Kwid valga en la Argentina $17.900.000 o 16.400 dólares billete no es un capricho de Sibilla. Es el auto más barato del mercado. Esto implica que tampoco las otras marcas pueden vender un 0km a menor precio. ¿Son todos malos?


Lamentablemente, es real que los autos están caros en la Argentina, pero la principal causa no está del lado del privado.


La comparación con el valor de este modelo en otros mercados confirma los altos precios de los autos en el país.


Por ejemplo, en Brasil – país en donde se produce – este modelo cuesta 76.090 reales o u$s12.500 dólares.


Se podría pensar que por ser el lugar de fabricación tiene esa ventaja. No es así.


Brasil también es un país con carga impositiva alta – aunque no tanto como la Argentina – y tiene una economía bastante cerrada.


El Kwid que fabrica el país vecino se exporta a Chile –una economía abierta y con baja carga impositiva – y su precio es de $7.990.000 o u$s8.200, la mitad que en la Argentina.


Ni hablar que los salarios son más alto y que la financiación es más accesible.


Pero el argentino paga el doble por este modelo que en Chile y 30% más que en Brasil.


Hasta Uruguay, que es un país que habitualmente tiene los precios más altos de la región, el Kwid de Renault vale menos: u$s14.800.


Pero también es más caro en la Argentina que en otros países de la región.


Por ejemplo, el precio de nuevo Kwid en Paraguay parte de u$s9.900; en Perú, desde u$s10.990; en Colombia, desde u$s12.100 y en Ecuador, desde u$s14.890.

El dato curioso es Bolivia. En ese país cuesta u$s18.200 y encabeza el ranking. De toda maneras, es mercado de bajo volumen.


Esta dispersión de precios no se explica por el comportamiento de los fabricantes, importadores o vendedores.


De ser así, se tendría que decir que, en Uruguay, todos se ponen de acuerdo también para venderlo más caros que Brasil o, lo que es más absurdo, que en Chile el acuerdo general es venderlo muy barato.


Cuando hay competencia, el precio lo pone el mercado, pero cuando el Estado se queda con más del valor de un auto por cada 0km que se vende, la competencia tiene un límite. Y el precio lo pone el Estado.

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