El desmedido prejuicio de (algunos) argentinos con los autos chinos o eléctricos

Horacio Alonso

Este año hubo importantes novedades en el mercado automotor, pero la nota la dieron los lanzamientos de varios autos eléctricos y la avanzada de modelos chinos.
Es una tendencia que se está consolidando y forma parte de un fenómeno mundial.
Sin embargo, en la Argentina, este tipo de vehículos genera rechazo en una parte de los consumidores.
En cada artículo que se escribe sobre un modelo eléctrico o chino, surgen numerosos cuestionamientos. Si es ambas cosas a la vez, las críticas son peores.
Llama la atención la resistencia de cierta parte del público por este tipo de autos.
Lo primero que se podría decir es que no existe un vehículo que sirva para todos. Una familia numerosa no se compraría un citycar como único auto. Para alguien que vive en la Capital Federal y trabaja en el centro y utiliza el vehículo para desplazarse por la ciudad, no sería lógico que tenga una pickup. Si necesita un vehículo de carga, tener un superdeportivo sería irracional.
Hay autos para cada necesidad.
Ese es un buen criterio para pensar en un vehículo eléctrico.
Los principales cuestionamientos que se le hace pasan por la autonomía y el tiempo de carga.
“Tratá de viajar a por el país con un auto eléctrico y vas a ver que es imposible, No sirven para la Argentina”. Este podría ser un comentario típico de un detractor de este tipo de vehículo.
Si alguien que suele hacer miniturismo todos los fines de semana o cada tanto se toma unos días para viajar a algunas provincias, piensa en tener un eléctrico como único vehículo, sin duda, está equivocado.
El auto eléctrico sirve para quien se mueve en zona urbana. Puede vivir en la ciudad o en las afueras y usarlo para ir al trabajo. Hacer 100 kilómetros diarios o un poco más si hay una situación especial, pero no para viajar. Para eso están los híbridos o los clásicos de combustión. La autonomía de los modelos que están llegando ronda los 400 kilómetros. Más que suficiente para quien se mueve en ese ámbito.
Puede tener un auto eléctrico como único vehículo, pero, a la hora de viajar, lo hace por otros medios. No todo el mundo se la pasa recorriendo el país en auto.
La otra crítica que se le hace es el tiempo de carga y el lugar.
Quien se compra un auto eléctrico no lo hace pensando que lo va a cargar en algún cargador público de los que hay en estaciones de servicios, shoppings, supermercados o restaurantes. Lo va a cargar en su casa. Se comprará un cargador hogareño. Hay mucha variedad de precios y potencia.
Entonces, cuando llega del trabajo, lo enchufa y, en cierta cantidad de horas (puede ser una hora o cinco, según el cargador), lo tendrá cargado.
Requiere ese hábito, como el de cargar el celular. No es tan complicado. El lado positivo es que se olvida para siempre de tener que parar en una estación de servicio y va a gastar mucho menos de lo que gastaría con un vehículo a nafta.
Los cargadores públicos son un complemento. Si alguien va al shopping o va a cenar, aprovecha y lo carga. Pero nadie va a comprar un auto eléctrico para depender de eso cargadores.
Criticar los autos eléctricos porque hay que ir a cargarlo a un cargador público es de alguien que no entiende cómo funciona ni esto ni muchas cosas más. Disfruta con criticar.
Tienen una contra en el país y tiene que ver con el precio, pero ese no es un problema exclusivo de los autos eléctricos. Por los altos impuestos, cualquier auto en la Argentina es caro, pero no tiene que ver el tipo de motorización.
En el caso de los autos chinos pasa algo similar.
Lo que se cuestiona es la confiabilidad y la calidad.
Seguramente creen que los autos chinos son los que se conocían hace 20 años y nunca se subieron a un modelo chino actual.
Hay muchas marcas y la mayoría son entre buenas y muy buenas. Es cierto que hay algunas que no se destacan por la calidad, pero difícilmente sea menor a algunos modelos producidos en el Mercosur.
La historia es larga, pero sintéticamente hay que tener en cuenta que las marcas chinas están asociadas o controlan y muchas marcas tradicionales de primer nivel.
En las últimas décadas han incorporado su tecnología y hoy la ofrecen en vehículos de alto nivel que compite con marcas premium y a un precio menor.
El prejuicio con los autos chinos podría ser el mismo que se tenía a mediados del siglo pasado con los autos japoneses. En Estados Unidos o Europa, las marcas que dominaban el mundo, verían con bastante menosprecio la aparición de algunas marcas de aquel lejano país. Seguramente, no pensarían que podían ser una amenaza.
Hoy un modelo de una marca japonesa es sinónimo de calidad y confianza.
Lo mismo pasó, un poco después, cuando empezaron a aparecer marcas coreanas. Hoy son respetables.
Con las marcas chinas sucede o sucederá algo parecido.
A mi entender ya lo están logrando; otros necesitarán más tiempo para convencerse. Pero el avance de las marcas chinas es imparable y su calidad mejora día a día. Por eso, Europa y Estados Unidos busca frenar su ingreso. La gente los elije.
Algunos se resisten.
“Cuando se te rompa algo, te quiero ver si conseguís repuestos”, es una crítica que se suele escuchar.
Muchos creen que son marcas que no tienen futuro
Un veterano empresario del sector, en una charla sobre la incertidumbre que generan las marcas chinas, tuvo una frase contundente: “Más que preocuparse por el futuro de las marcas chinas, mejor que se preocupen por el futuro de las marcas tradicionales. Las chinas van a sobrevivir; las otras, no sé.”
Pero, como en la Argentina, criticar es un deporte nacional, algunos seguirán criticando a los autos eléctricos o chinos sin demasiados argumentos.

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