A veces me pregunto cuál será la vida real del Sr 5. La de esa persona apurada, que transmite ansiedad en cada llamada, corriendo por algún aeropuerto para tomar un avión por trabajo, entrando a urgentes reuniones con personajes importantes o la del hombre que se pasea por el mundo como un bon vivant, habitué de destinos turísticos exclusivos y encarnando la personificación del hedonismo. Tal vez las dos. No lo sé. Lo que no recuerdo, al menos en tiempos cercanos, es descubrirlo en una actividad cotidiana en la que me sintiera identificado.
– Lo llamo ahora porque acabo de prender el fuego para el asado y mientras se hacen las brasas me acordé de que tenía que contarle algo.
El “ahora”, para ubicarlo en el tiempo, se refería a las 12:10 del domingo y, por cuestión de minutos, no compartimos a la distancia ese acto ignífero. Yo recién estaba construyendo un altar de ramas secas alrededor de un arrugado bollo de papel.
Durante unos minutos la conversación giró en torno al punto de cocción de la carne – ambos coincidimos que debía ser saignant – y la mejor forma de lograr la reacción de Maillard en una colita de cuadril.
Tan consustanciado estaba en el arte culinario que parecía haberse olvidado el motivo de su llamada, por lo que tuve que recordárselo. Algo raro en él.
– ¿Qué es eso que me quería contar?
– ¡Ah! Sí, sí. Es sobre el tema Mercedes-Benz. Como le decía los otros días, hay mucho hermetismo. La difusión de las negociaciones puso nerviosos a todos los protagonistas. Es difícil conseguir información, pero están pasando cosas.
– Dígame.
– Le había contado sobre la entrada en el juego del Grupo ST que lidera Isela Costantini (Ver nota)
– Así es.
– Está entre los candidatos, pero me cuentan que, en realidad, ella no está en la negociación por la automotriz. Se la vinculó por su pasado en el sector. Este grupo está integrado por varias empresas y hay accionistas cruzados, que tienen otros negocios fuera del holding. No se lo voy a explicar porque es un tema complejo. Ni yo lo entiendo bien. La cuestión es que es una de estas partes la que se interesó en Mercedes-Benz y mantuvo reuniones.
-¿Y qué pasó?
– Hablaron y están en carrera.
– Está bien, pero hasta acá no hay nada nuevo. Sólo este detalle técnico.
– Espere. Esto no es lo que le quería contar.
Hice silencio y me pareció escuchar de fondo el crepitar de la leña.
– Lo que me cuenta desde hace unos días gente con buenos contactos en el el sector es que la posición más fuerte la tiene Mirgor, como le dije desde el comienzo. Obviamente, desde la autopartista niegan todo. Hay mucho malestar en la cúpula de Mercedes-Benz por la nota que sacó donde habla uno de los empresarios que también se sentó a negociar y violó el acuerdo de confidencialidad (Ver nota). Ahora, ajustaron las clavijas para que nadie hable.
– ¿Y cómo es lo de Mirgor?
– El rumor fuerte que hay -y le remarco que es un rumor- es que quedó como el principal candidato. Pero es tanta la insistencia que va para ese lado que no lo quería dejar pasar, por la dudas. Ahora va a empezar, o ya empezó, otra ronda de reuniones más específicas para ver si se avanza en un acuerdo. Parece que todos los caminos conducen a Mirgor
– ¿De dónde sale el rumor? ¿No será una operación de alguien? Mirgor necesita lavar la cara y no quedar como una empresa que sólo opera en Tierra del Fuego porque tiene un beneficio fiscal. Por eso, también se instaló en la zona de Zárate.
– No lo sé. El rumor sale de varios lados. En la red de concesionarias de la automotriz, algunos lo dan como un hecho. También lo cuentan varios autopartistas y hasta gente del sector financiero. Pero se imagina que con el hermetismo que hay hoy, lo que está pasando lo deben saber muy pocos.
– ¿Y el Grupo ST?
– Lo que me dicen es que sí no avanza lo de Mirgor, se pasa al segundo candidato que es este grupo y se hacen nuevas reuniones. Lo que sé es que entramos en tiempo de definición para un lado o para el otro. O se acuerda con alguno o queda todo stand by.
– ¿Se da marcha atrás a la venta? No lo veo.
– Yo tampoco, pero no soy adivino. Todo puede pasar. Bueno, lo dejo porque tengo que ir poniendo unas mollejas.
– Bien ahí. Y eso que ya estamos a mediado de mes.
– ¡Je, je, je! – se rio cómplice