Por Horacio Alonso
Hay un reclamo generalizado de los consumidores sobre la necesidad de que se bajen los impuestos. Se pide para todos los sectores y el automotor es uno de los principales.
Desde la asociación que agrupa a las terminales (ADEFA), se difundió, años atrás, un estudio que señalaba que el 54% del valor de venta de un 0km se lo quedaba el Estado por la carga fiscal.
Más tarde se actualizó a la suba al 58%, cuando se comenzó a aplicar el impuesto PAÍS que encarecía las importaciones.
La verdad es que es muy difícil determinar con precisión de cuánto es la presión tributaria para el sector porque hay muchas variables.
En la entidad siempre se esfuerzan en aclarar, cuando se entra en la intimidad de una charla en off, que ese porcentaje es un dato teórico, una aproximación, ya que cada segmento tiene una carga tributaria distinta.
Por ejemplo, los autos pagan 21% de IVA, pero las pickups y los utilitarios pagan 10,5% por ese gravamen. A su vez, hay autos que están alcanzados por la primera escala de los Impuestos Internos (tiene una alícuota de 20%) y otros modelos, los de mayor precio, por la segunda (con una alícuota de 35%). También hay que tener en cuenta que los autos que se importan del Mercosur no pagan arancel por un régimen especial, Lo mismo sucede con el acuerdo comercial con México. En cambio, los que provienen de otros países tienen un arancel aduanero de 35%.
Además, hay distintas formas de imputar los impuestos, tasas provinciales y municipales diferentes, lo que hace más complicado el cálculo.
Arodablog intentó llegar a un número lo más cercano a la realidad, después de consultar diferentes fuentes de la industria.
El primer dato que reconocen es que, el año pasado, la AFIP computó u$s3.900 millones de recaudación por impuestos comerciales de las automotrices.
Nadie en el sector tiene muy en claro cómo se llegó a ese número, pero es un dato oficial.
Respecto a 2023, la presión tributaria creció este año por distintos motivos. Por ejemplo, se subió la alícuota del Impuesto PAÍS.
Otra forma de estimarlo es haciendo un cálculo básico, de “almacenero”.
Entre las distintas fuentes consultadas (algunas que trabajan en la industria y otras que ya dejaron sus cargos, pero suman muchos años de trayectoria en el sector) se llegó a esta conclusión.
Se tomó como base la cantidad de vehículos vendidos en mayo (autos, utilitarios livianos y vehículos pesados). El número redondo fue de 34.000 unidades.
El valor promedio por unidad varía, según las fuentes. En la asociación que agrupa a las concesionarias (ACARA), tomando sólo autos, ronda los $21.000.000.
En las terminales, incluyendo pickups y pesados, algunas se acercan a $30.000.000 y otras lo estiman en 27.000.000.
Se tomó este último valor como el más representativo, aunque parezca como conservador. La sensación es que el promedio debería ser más alto, teniendo en cuenta los precios de los 0km, pero es el dato que surge de las consultas. Cualquiera lo podría rebatir, pero no hay forma de confirmar lo contrario.
El otro dato a dilucidar es la carga fiscal por unidad. Ese 58% se estimó sobre un auto que no paga ninguna de las escalas del mal llamado impuesto al “lujo”. Es decir, para algunos segmentos, la carga fiscal es mayor, bastante mayor, pero es cierto que disminuye su volumen.
Por otro lado, las pickups y utilitarios pagan 10,5% de IVA y están exentas de los Impuestos Internos.
Estos segmentos representan alrededor de 40% de las ventas.
Según las fuentes consultadas, la presión fiscal de las pickups, por lo recién explicado, es menor al porcentaje que difundió ADEFA. Algunos la ubican en el 50% o menos.
Cálculo
Con todas estas salvedades, se introdujeron todos los datos en una coctelera y el porcentaje promedio que contó con mayor consenso es que la carga fiscal general por unidad puede rondar el 55%.
Con el valor promedio por vehículo y lo mismo en cuanto a la presión impositiva, sólo restaba hacer cuentas.
Un 0km de $27.000.000 equivale a unos u$s30.000. Se tomó el tipo de cambio oficial porque es el que se utiliza para importar unidades terminadas o autopartes y cualquier conversión de recaudación que se realice se debe hacer por este dólar, no el “blue”.
A un valor de u$s30.000, las 34.000 unidades vendidas en mayo representaron un volumen facturado de u$s1.020.000.000.
De ese monto, el 55% fueron impuestos. Es decir, el Estado se llevó a sus arcas, en mayo, u$s561.000.000.
En tanto, las automotrices e importadores de autos se quedaron con u$s459.000.000.
Las fábricas e importadores invierten y hacen el trabajo, asumen riesgos, y reciben menos dinero que el que se lleva el Estado, sin ningún riesgo ni inversión, sólo por recaudar.
Este año se estima que el mercado total puede rondar entre 340.000 y 380.000 unidades, lo que implica que mayo representaría el 10% del mercado total. Volviendo a ser conservadores y tomando la proyección más baja, los consumidores le darán al Estado en 2024, a través de la compra de autos, u$s5.610 millones.
La AFIP había computado u$s3.900 millones en 2023 y el cálculo recién realizado (no oficial ni confiable y sólo como ejercicio matemático) arroja u$s5.610 millones. Esto no tiene en cuenta lo que recibe por patentamientos y demás tramites.
Cualquiera de los dos montos muestra la importante recaudación que genera el sector y explica por qué es difícil que se decida bajar los impuestos. De algún otro lado se tendrían que compensar los menores recursos o reducir más el gasto. También existe la teoría que dice que, a menores impuestos, bajan los precios, crecen las ventas y mejora la recaudación, pero es una idea que sostienen muchos economistas mientras no son funcionarios. Cuando asumen, cambian de opinión.
La conclusión, para el consumidor, es tener claro que cuando compra un 0km, en realidad paga por dos: uno se lo lleva a su casa y el otro se lo regala al Estado.