Atrás quedaron los años cuando la efervescencia política interna de la asociación que agrupa a las fábricas automotrices alcanzaba ribetes explosivos.
Cada año, la elección de autoridades de ADEFA era una mezcla de intrigas, disputas y traiciones. Eran otros tiempos.
Hoy, a pocos días del recambio institucional, el clima que reina dentro de la institución es de confusión.
El cambio de management, los problemas por los que atraviesan algunas empresas y las urgencias de otras hacen que la incertidumbre sobre quién va a comandar a la entidad los próximos doce meses sea más por la apatía que por el choque de intereses. Es decir, la falta de un horizonte claro.
La fecha prevista en la agenda interna para la elección del nuevo presidente, salvo algún cambio de último momento, es el 6 de noviembre. A esta altura de octubre, otros años, las comunicaciones cruzadas entre los directivos de las diferentes terminales eran numerosas. Esta vez, apenas hubo un par de llamados que obtuvieron como respuesta seca: ´´todavía no nos pusimos a analizar ese tema´´.
Según pudo reconstruir A Rodar Post, el escenario actual aparece complejo.
Martín Zuppi (foto), presidente del Grupo Stellantis, es el actual N1 de ADEFA y está finalizando su segundo mandato. No podría renovar.
El CEO de Ford, Martín Galdeano, también estaría inhabilitado por un motivo parecido. Fue dos veces presidente antes de Zuppi y, por estatuto, tendría vetado volver a serlo en tan corto tiempo.
Esto se podría modificar que existiera un ´´pacto de caballeros´´ para dejar de lado la letra chica de las normas que guían a la institución.
De todas formas, según pudo saber este medio, Zuppi no tendría intención de seguir sentado en el sillón de la calle Viamonte, por lo que su reelección aparece difícil.
En el caso de Galdeano, la situación es diferente. Es un ejecutivo que siempre mostro disposición por comandar esa entidad (le gusta ese rol), tiene muy buena relación con la mayoría de sus pares (le reconocen que siempre habla por el bien de a industria en general y no por interés que beneficien a su empresa) y también mantiene un diálogo fluido con el Gobierno. En caso de estar frente a una virtual acefalía institucional y se le pidiera hacer el esfuerzo de
desdoblar su tiempo, posiblemente lo consideraría. Claro, tendrían que pedírselo. Hoy ocupa la vicepresidencia.
A partir de ahí, se abre un abanico de posibilidades.
Hay empresas que no están en condiciones de representar al sector. Nissan dejó de producir en el país y se irá de la institución. Honda hoy fabrica motos y se mantiene en ADEFA por la diplomacia interna, según explican en ADEFA: la fábrica de Campana – donde se producían los modelos HR-V y City sigue estando – y podría volver a producir si lo quisiera. Mientras esto sea así, nadie en ADEFA le va a pedir que se vaya. Esto la diferencia de Nissan que alquilaba a Renault parte de la planta de Santa Isabel.
Hay otras terminales, como Scania o Iveco, que por su baja actividad no estarían en condiciones de representar a la industria.
El caso de General Motors es particular. No tiene presidente, ni vice. Su máxima autoridad local es un director comercial. No estaría en condiciones de asumir el máximo cargo de la entidad.
Eliminadas estas empresas, sólo queda un pequeño grupo de posibles postulantes al cargo.
El candidato natural y el más lógico es el presidente de Renault, Pablo Sibilla. Desde que llegó a ese cargo, mostró su interés por presidir a ADEFA. Interés tiene. En esos momentos, la situación de su empresa le jugaba en contra. En esos momentos, la automotriz deambula con futuro incierto. Producía modelos que caminaban a su fin de ciclo, como Sandero y Logan, un utilitario de nicho como el Kangoo y la pick-up Alaskan la fabricaba Nissan. Ahora es distinto. Tiene en marcha una inversión millonaria para fabricar (ahora, sí, hecha por Renault) la pick-up Niagara, lo que le otorga protagonismo en el sector. El problema es otro. No cuenta con adhesión del resto del resto de sus pares.
Por motivos desconocidos (al menos, por este periodista) no es una figura que genere simpatía interna. ´´Le va a ser difícil conseguir los votos´´, dicen en el sector. Incluso, reconocen que es el candidato con mayor peso, pero – rápidamente aclaran – no lo ven como presidente. Un misterio.
Después quedan tres posibilidades.
El presidente de Volkswagen, Marcellus Puig. Representa a una fuerte y con proyecto en marcha. Sin embargo, este ejecutivo está dedicado full time a dar a luz al Proyecto Patagonia – el de la nueva Amarok – y esto lo obliga a estar viajando permanentemente. Quitarse tiempo para representar a ADEFA no sería lo más conveniente.
Otro candidato podría ser Gustavo Salinas (hoy también es vicepresidente de ADEFA), presidente de Toyota. Este ejecutivo no mostró, en las últimas elecciones, interés por presidir a la asociación. ¿Podría cambiar ahora? Parece difícil. También la empresa le demanda la atención a pleno. Tres turnos, recambio de personal, automatización de procesos y otros puntos son suficiente para no pensar en cuestiones gremiales empresarias. Nunca se sabe.
El último candidato es el ex Toyota, Daniel Herrero, ahora presidente de Prestige, representante de Mercedes-Benz.
En este caso, siempre fue un hombre de querer comandar a la entidad y protagonizó disputas antológicas para llegar al cargo. Su personalidad fuerte, muchas veces generó el rechazo de sus pares que, año tras año, le bajan el pulgar. La crítica que se le hacía era que ´´jugaba sólo´´. Hasta que, finalmente, llegó a estar al frente de ADEFA. Tras su salida de Toyota, recién volvió a la industria hace cuatro meses. Algunos ven como prematuro que vuelva a ocupar el máximo cargo. Su elección sería una bomba. También es cierto que hoy está muy concentrado en reflotar a la automotriz. En poco tiempo ha logrado buenos resultados que le valió el reconocimiento de la casa central en Alemania. Casualmente, en estos días está en ese país negociando nuevos proyectos. Está claro que, por su historia, es una opción a tener en cuenta.
Ante las disputas internas, hace años se decidió designar al presidente de ADEFA por orden alfabético de las empresas. Luego se cambió ese sistema para el presidente (se mantiene para los vicepresidentes) y se volvió a una elección por consenso. Algunos van a extrañar aquel mecanismo, que facilitaba las cosas, y en los próximos días deberán decidir a su nuevo presidente en este clima de desconcierto.